domingo, 5 de abril de 2009

Textos libro Poesia de Maria del Carmen Moreno Saez

Los armarios guardan cosas, son la cápsula que encierra el tiempo; sueños desgranados, ajuares olvidados, verdades escondidas, huellas de madrugadas. Sus fondos salvaguardan las semillas que en forma de vestidos blancos de princesas de cuentos recogen las miradas limpias de alguna niña que se asoma al interior atisbando algún secreto guardado celosamente por alguien.

Los hilos, tersos y fuertes, se entremezclan con las estelas puras de una infancia que se desvanece con los años, recuerdos imborrables que se apilan en el armario de alguna de las mujeres de la obra de María Jesús. Disfraces que ocultan pasiones y sentidos, máscaras superficiales que silencian, a hurtadillas, retazos de la primera experiencia vivida.

Fragancias, mezcolanzas de aromas bañados con el suave perfume de la oliva recién cortada, ropas que esconden las duras tareas del campo salpicado de ramas verdecidas que cobijan, dan vida y desgastan ilusiones, eliminando los sueños .

Los armarios se engalanan para ocasiones concretas ocultando en su interior esencias de un pasado. Las prendas, celosamente guardadas, desprenden acordes de canciones ya olvidadas, efluvios de amigos que fueron y desaparecieron con el tiempo. Frente a él la mujer, despojada de su atuendo, rememora con nostalgia su pasado, sus encuentros.

Se desvanecen los sueños en la cama fría de un hospital, y allí el armario gris cobija la ropa que quiere abandonar la habitación. Sus urdimbres destilan titubeos, fluctúan dudas, recelos, incertidumbre… valoran las pequeñas cosas y acarician el regreso.

Las sedas se tornan frágiles cuando existen desalientos, y las ropas, desgastadas, acompañan los momentos, reavivando la memoria y curando el sufrimiento. Es el ocaso… los segundos, minutos y horas pasan, y los cuerpos ya cansados dilapidan los recuerdos. Extraen sustancias olvidadas en algún lugar de su armario y anhelando los reencuentros, devoran etapas perdidas, provocando abatimientos.

Los armarios de mujer guardan cosas; en su interior permanecen adormecidos amaneceres y ocasos perturbados por la sustancia viva que lentamente fluye y se desvanece, reliquias polvorientas que se amontonan en su interior cual preciado tesoro para salvaguardar retazos de historias truncadas y perdidas. Perfiles de vida… mitad mujer y mitad sueño.

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